Concha Bello es la cuarta generación de carpinteros (dedicados sobre todo a la carpintería de ribera), aunque ella escogió la carpintería de blanco —fabricación de muebles— que ejerció durante una temporada hasta que, dentro de esta, se decantó por la escultura, combinando la madera con otros materiales y la restauración-rehabilitación de objetos y muebles para convertirlos en algo útil, dándole un toque más personal a su trabajo, transformando un oficio decadente en algo más vanguardista. El arte estuvo presente en su vida desde muy joven, estudiando, en los años 80, en la Escuela de Artes y Oficios Mestre Mateo (Santiago de Compostela) y Pablo Picasso (A Coruña). Pese a haber realizado estos estudios y carpintería con 40 años, siempre se consideró una persona autodidacta, con ganas de experimentar con nuevos materiales y diseños propios. La fabricación de lámparas a partir de maderas reflotadas y objetos de otra época, encontrados en mercadillos de antigüedades, desguaces o chatarrerías, sitúa el centro de su trabajo.